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sábado, 6 de septiembre de 2014

Caminando

Caminar es, sin duda, una de las actividades que ha permitido al ser humano sobrevivir. Podemos caminar erguidos sobre nuestros pies, con las manos libres para hacer otros menesteres y con la vista más elevada para ver a presas o depredadores desde mayores distancias. Nuestras piernas, aun pareciéndonos más débiles o frágiles que las de otros animales, pueden desplazarnos largas distancias. 

Todo esto, en la actualidad, nos parece carecer de importancia. Somos extremadamente sedentarios y nuestros desplazamientos se realizan en coche u otros medios de transporte. Caminar se ha vuelto una actividad muy limitada en nuestro tiempo y el resultado se ve en una población más obesa y menos activa.

Paisajes sanabreses perdidos de la mano de Dios...

Siempre me he preguntado cuanto caminaban los hombres prehistóricos y como se desplazaban. Sabemos que recorrían toda la cornisa cantábrica llegando incluso más lejos. Pero también tenían que mover el campamento en cada recorrido junto con otras actividades igualmente importantes como cazar, recolectar, cocinar, comer, recoger agua, hacer fuego…

A lo largo de todo este mes de agosto he tenido la oportunidad de experimentar un poco con todo este asunto. Junto con mis dos hijos, chico y chica de 4 y 10 años respectivamente, mi mujer y dos hermanos, uno de ellos jubilado, hemos estado realizando continuas y diarias excursiones por los parajes que conforman el Parque Natural del Lago de Sanabria. Cada jornada, según la dificultad del terreno, nos desplazábamos entre 6 y 12 km, dedicando entre 2 y 4 horas. También se realizaron varias excursiones extras de entre 16 y 20 km que realizamos mi hermano jubilado y yo mismo. Con todo el resultado me ha sorprendido un poco.


Mi familia que participó en esta experiencia.

Por un lado los niños no fueron en ningún momento un impedimento o nos retrasaron. Es más, fueron los más activos y resistentes. Esta frecuencia de actividad tampoco supuso un cansancio excesivo para los participantes, realizaron el resto de actividades diarias, propias de las vacaciones, sin ninguna dificultad. Realizar salidas extras de mayor distancia y dificultad tampoco creó ningún problema para seguir las marchas que se hacían diariamente.

Así pues, llevando un ritmo como este te puedes desplazar más de 200 km al mes. En tres meses se recorre toda la costa cantábrica y con mucho tiempo para otras actividades. Está claro que existen muchos otros factores que hay que tener en cuenta en cada momento pero si estuviera en una situación de supervivencia y tuviera que desplazarme este sería el modelo de referencia que en un principio seguiría.


Caminando por el bosque.


Video con exposición fotográfica.